Cuenta la fábula que una tortuga y una liebre discutían sobre quién de las dos era más rápida. Para resolver la duda decidieron echar una carrera. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente el primer tramo del recorrido. Al rato, viendo que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar, recuperar fuerzas y continuar su marcha. Pero mientras se relajaba, se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento pero firme, la alcanzó, la superó y llegó primera a la línea de meta.
Las elecciones al Parlament de Catalunya serán en otoño del próximo año. Las encuestas más recientes que se han publicado indican que, a fecha de hoy, CiU ganaría estas elecciones. El PSC es el segundo partido en liza. Quizás no sea el favorito. Es posible. Pero está preparado para presentar batalla durante las 50 semanas que restan para la celebración de los comicios catalanes.
CiU lleva tiempo saboreando de antemano una posible victoria en las autonómicas. Entre sus dirigentes se denota un cierto aire de satisfacción contenida. Una euforia que les lleva a la relajación. O, lo que es peor, a la confusión. Hasta el punto de que son capaces, en una actitud francamente bipolar, de apoyar los referendos soberanistas en Catalunya y, al mismo tiempo, votar al lado del PP contra la LOFCA y los Presupuestos Generales del Estado. Estas incoherencias, en política, se pagan. Y muy caras.
No hay que desestimar nunca las capacidades del PSC ni del president Montilla. El PSC ha ganado dos veces en votos a CiU en unas elecciones autonómicas. Lo hizo en los años 1999 y 2003. A pesar de ello, la falta de un sistema electoral propio y proporcionado con la población provocó que CiU obtuviera más escaños aun cuando tenía menos votos. También ha ganado todas las elecciones generales en Catalunya. Incluso las últimas con un escenario a priori muy adverso: hundimiento del túnel del AVE a su llegada a Barcelona, apagón eléctrico sufrido en la capital y manifestaciones muy concurridas reivindicando el derecho a decidir. El PSC obtuvo 25 diputados. ¡Más que todos los otros partidos juntos!
El PSC parte por detrás en las encuestas. Cierto. Pero librará la batalla para ganar. Una batalla política que deberá basarse en los hechos, en la acción y en la gestión de gobierno llevada a cabo en los últimos años. La labor realizada en los últimos seis años al frente del Govern de la Generalitat no tiene parangón.
Y también deberá centrarse en las capacidades extraordinarias que Catalunya y los catalanes tienen por delante. Catalunya tiene el marco de autogobierno y de financiación más amplio que jamás haya tenido en su historia. La tenacidad, la perseverancia y la firmeza del president Montilla en la defensa de los intereses de Catalunya ha conseguido que tengamos definidas las reglas de juego para los próximos 20 o 25 años. Y ahora es el momento de empezar a definir el futuro con ambición. De transmitir a los ciudadanos que es posible salir de la crisis con una economía más fuerte y más competitiva y sin que nadie quede excluido del progreso. De explicar la labor sosegada y efectiva del president Montilla, que avanza con paso firme.
Este es el momento de poner en valor lo que está en juego. De que Catalunya recupere el orgullo y la autoestima que tuvo. De que vuelva a ser capaz de mirar al futuro con ilusión renovada. Con optimismo. Consciente de sus potencialidades para ser un país de vanguardia, de modernidad, de innovación, competitivo, europeo.
La modestia, la firmeza y la perseverancia siempre se imponen frente a las prisas y la arrogancia. Artur Mas ha empezado la precampaña dando saltitos. Montilla avanza con paso firme y seguro. Ya saben quién llegará antes...
Article publicat a la revista El Siglo 07/12/09