El proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado acaba de llegar al Congreso. Mucho se ha hablado y escrito sobre él, especialmente sobre el capítulo de ingresos. Es cierto que un aumento de impuestos no es un anuncio que entusiasme a nadie: ni al Gobierno que tiene que llevarlo a cabo, ni a los ciudadanos que tendrán que pagarlos. Es evidente que es mucho más agradecido anunciar una rebaja fiscal. Y es también conocido que, entre los ciudadanos, hay quien hace frente a esa obligación con mayor convicción, quien los paga porque no tiene más remedio y hay también quien no los paga. Pero el Gobierno no toma sus decisiones en materia presupuestaria a golpe de encuesta o para ganar popularidad. Lo hace por responsabilidad. Y a pesar de la cruel caída de la actividad económica y de la ocupación, el Gobierno no quiere renunciar ni a uno solo de los avances conseguidos en nuestro Estado del Bienestar. Apuesta por garantizar la protección social alcanzada. No va a dejar a nadie tirado en la cuneta. Y eso implica obtener más recursos. Un poco más de esfuerzo fiscal de los ciudadanos para evitar que se produzca una fractura social.
Subir o bajar impuestos no es ni de derechas ni de izquierdas. Depende de cuándo y de cómo se haga. Lo importante es actuar con responsabilidad y coherencia. Y es imposible defender, como hacen otros, una bajada de impuestos y al mismo tiempo pedir un aumento del gasto público en todos los frentes: social, infraestructuras, financiación autonómica y local... Porque, sencillamente, así las cuentas no cuadran: o no se gasta lo que se dice que se va a gastar o, por el contrario, si se gasta todo lo prometido, se genera un déficit descontrolado.
La derecha, curiosamente, sólo defiende bajar los impuestos cuando está en la oposición. Cuando gobierna, ni reduce impuestos ni mucho menos construye Estado del Bienestar. El ejemplo más reciente es el de Angela Merkel en Alemania. Durante la reciente campaña electoral se comprometió a impulsar una rebaja fiscal, pero al día siguiente de su reelección matizó que esa rebaja no iba a ser inminente y la pospuso sine die, hasta que las circunstancias lo permitiesen...
De vuelta a nuestro país, y a los Presupuestos, el PP se apresuró a avanzar su voto en contra. Lo hizo el pasado mes de julio, mucho antes de que la vicepresidenta económica hubiera elaborado el borrador de presupuestos. Es una decisión política. Errónea en un momento de crisis, pero legítima. Hasta ahí ninguna novedad. Sorprende más el anuncio del voto en contra de CiU. No tanto por el sentido del mismo, pues basta con recordar que CiU no ha votado ninguno de los cinco anteriores PGE presentados por Zapatero. Tampoco ha apoyado ninguna de sus dos investiduras. Sí votó en cambio todos los presupuestos de Aznar. Y sus dos investiduras. La segunda, con mayoría absoluta del PP. Lo que sorprende precisamente es que, al igual que los populares, hayan anunciado con tanta anticipación el rechazo a los Presupuestos. Mucho antes de conocer su contenido. Esta celeridad sólo puede explicarse por su ansiedadpor pactar con el PP cuanto antes. Y es que la derecha catalana y la derecha española siempre van de la mano en materia económica y presupuestaria.
En esta táctica de aproximación al PP, sospechosa ha sido también la propuesta de Artur Mas de pedir un frente común de diputados catalanes en Madrid para evitar la subida de impuestos. ¿Qué pretende realmente Mas con esta propuesta? Como buen partido de derechas sabe perfectamente que no puede bajarlos, aunque quisiera. No lo hizo cuando fue conseller en cap de la Generalitat de Catalunya; ni tan siquiera propuso la supresión del Impuesto de Sucesiones. Y, peor aún, ¿cómo puede hacerlo, si no nos dice qué partidas deben reducirse? No es viable defender una bajada de impuestos y al mismo tiempo proponer medidas que impliquen un aumento del gasto. No es ni coherente, ni responsable.
No se engañen. El frente común de Mas no persigue ni la reducción de impuestos, ni la dinamización de la economía, ni el afianzamiento del Estado del Bienestar, ni cohesionar el catalanismo político. Nada de eso. Su frente común persigue simple y llanamente debilitar al Gobierno de Zapatero para aupar a Rajoy a la Presidencia del Gobierno y de rebote asegurarse su apoyo en Catalunya. A CiU le da igual si suben o bajan los impuestos. Lo que realmente quiere es regresar al Gobierno de la Generalitat cuanto antes. Y eso pasa por conseguir la complicidad del PP. Los guiños no han hecho más que empezar.
Article publicat a la revista El Siglo 05/10/09