Llevamos cierto tiempo escuchando a destacados dirigentes de la federación nacionalista de Convergéncia ¡ Unió pronunciarse sobre del nuevo sistema de financiación. Bien es verdad que nunca lo han hecho de forma constructiva. Ni tan siquiera patriótica. No se asusten. CiU hace ya tiempo que ha decidido que no va a dar apoyo al nuevo modelo, sea cual sea. Hasta ahí ninguna novedad. Bueno, sí, que Artur Mas acaba de certificarlo públicamente.
Resulta decepcionante que un partido que ha tenido durante años responsabilidades de gobierno en Catalunya haya optado por el puro tacticismo electoral, por el mero cortoplacismo y por el rédito partidista, apostando al todo o nada al fracaso del proceso, en lugar que apoyar al Govern de la Generalitat en una negociación que debe concluir con la mejor financiación que Catalunya ha tenido nunca. Irresponsablemente, CiU ha decidido descolgarse de cualquier posibilidad de acuerdo incluso antes de que éste se produzca o se conozca. Es sorprendente que se mantengan en esa posición de rechazo preventivo incluso cuando ambos gobiernos siguen en período de negociación. E incluso cuando las cifras que se están barajando, y que aún no son definitivas, sextuplican las que CiU "consiguió" (utilizando sus particulares términos de negociación política) en sus acuerdos con el Gobierno de José María Aznar en el año 2001, de los cuales hoy sufrimos las consecuencias.
CiU ha querido situar en todo momento la negociación de la financiación en un debate de cifras. En una deliberada maniobra de confusión, ha querido hacer creer que el texto del Estatut fija una determinada cifra. Ha querido instalar, de formasimplista, en el imaginario colectivo, que el Estatut establece un mínimo, por debajo del cual sería imposible llegar a ningún acuerdo. ¡Y eso no es así! El Estatut determina los criterios que deben observarse para adoptar un nuevo modelo de financiación, a partir del cual se pueden derivar distintas cifras. Pero sólo algunas de ellas podrán considerarse razonables de acuerdo a ese modelo. Por ello, lo verdaderamente importante es la determinación del modelo. Porque a partir de aquí se acabará concretando una cifra, que será la del acuerdo.
Pero fíjense cuál debe ser la desesperación de CiU en su intento para que fracase la negociación, que incluso entrando en el mero debate de cifras su posición ha sido tan oscilante que han perdido ya cualquier autoridad. En los últimos tiempos, CiU ha llegado a poner encima de la mesa hasta diez cifras distintas para bendecir el acuerdo final. Atentos: estimaron necesarios 4.320mi I Iones de euros en enero de 2006; 5.200 millones en febrero de 2008; 5.320 millones en mayo; 4.200 millones enagosto; 6.997 millones en septiembre; bajaron hasta 2.329 millones el mismo septiembre de 2008; 2.535 millones en octubre; volvieron a subir hasta 5.630 millones en diciembre... Y un domingo por la tarde del mes de marzo de este año, Felip Puig, secretario general adjunto de CiU, y su particular "servicio de estudios", llegó a afirmar, como quien no quiere la cosa,
que por menos de 3.500 millones, CiU no apoyaría el nuevo modelo.
Como colofón, la semana pasada Artur Mas se atrevió a afirmar que el nuevo sistema debe aportar un mínimo de 5.000 millones adicionales para la Generalitat.
¿Quién da más? Y lo mejor: anunció que él mismo renegociará el sistema al alza si llega a ser president de la Generalitat. Fíjense bien: Artur Mas, el mismo que acordó con Aznar el actual modelo de financiación que representó apenas 250 millones de euros para Catalunya. El mismo que como consecuencia de las prisas para suceder a Jordi Pujol al frente de la Presidencia de la Generalitat se olvidó de asegurar que el modelo recogiese los mecanismos de actualización de un sistema que hubiese impedido que Catalunya llegara a la situación de necesidad actual. El mismo Artur Mas, se ofrece ya, para mejorar un acuerdo que el president Montilla y el conseIler Castells aún no han cerrado. Pero ¿no se da cuenta que lo que hay que reparar no es lo que aún se está negociando, sino la herencia que él mismo nos dejó?
Publicat a El Siglo el 29-06-09