dilluns, 29 de juny del 2009

Las diez cifras de CiU

Llevamos cierto tiempo escuchando a destacados dirigentes de la federación nacionalista de Convergéncia ¡ Unió pronunciarse sobre del nuevo sistema de financiación. Bien es verdad que nunca lo han hecho de forma constructiva. Ni tan siquiera patriótica. No se asusten. CiU hace ya tiempo que ha decidido que no va a dar apoyo al nuevo modelo, sea cual sea. Hasta ahí ninguna novedad. Bueno, sí, que Artur Mas acaba de certificarlo públicamente.

Resulta decepcionante que un partido que ha tenido durante años responsabilidades de gobierno en Catalunya haya optado por el puro tacticismo electoral, por el mero cortoplacismo y por el rédito partidista, apostando al todo o nada al fracaso del proceso, en lugar que apoyar al Govern de la Generalitat en una negociación que debe concluir con la mejor financiación que Catalunya ha tenido nunca. Irresponsablemente, CiU ha decidido descolgarse de cualquier posibilidad de acuerdo incluso antes de que éste se produzca o se conozca. Es sorprendente que se mantengan en esa posición de rechazo preventivo incluso cuando ambos gobiernos siguen en período de negociación. E incluso cuando las cifras que se están barajando, y que aún no son definitivas, sextuplican las que CiU "consiguió" (utilizando sus particulares términos de negociación política) en sus acuerdos con el Gobierno de José María Aznar en el año 2001, de los cuales hoy sufrimos las consecuencias.

CiU ha querido situar en todo momento la negociación de la financiación en un debate de cifras. En una deliberada maniobra de confusión, ha querido hacer creer que el texto del Estatut fija una determinada cifra. Ha querido instalar, de formasimplista, en el imaginario colectivo, que el Estatut establece un mínimo, por debajo del cual sería imposible llegar a ningún acuerdo. ¡Y eso no es así! El Estatut determina los criterios que deben observarse para adoptar un nuevo modelo de financiación, a partir del cual se pueden derivar distintas cifras. Pero sólo algunas de ellas podrán considerarse razonables de acuerdo a ese modelo. Por ello, lo verdaderamente importante es la determinación del modelo. Porque a partir de aquí se acabará concretando una cifra, que será la del acuerdo.

Pero fíjense cuál debe ser la desesperación de CiU en su intento para que fracase la negociación, que incluso entrando en el mero debate de cifras su posición ha sido tan oscilante que han perdido ya cualquier autoridad. En los últimos tiempos, CiU ha llegado a poner encima de la mesa hasta diez cifras distintas para bendecir el acuerdo final. Atentos: estimaron necesarios 4.320mi I Iones de euros en enero de 2006; 5.200 millones en febrero de 2008; 5.320 millones en mayo; 4.200 millones enagosto; 6.997 millones en septiembre; bajaron hasta 2.329 millones el mismo septiembre de 2008; 2.535 millones en octubre; volvieron a subir hasta 5.630 millones en diciembre... Y un domingo por la tarde del mes de marzo de este año, Felip Puig, secretario general adjunto de CiU, y su particular "servicio de estudios", llegó a afirmar, como quien no quiere la cosa,
que por menos de 3.500 millones, CiU no apoyaría el nuevo modelo.

Como colofón, la semana pasada Artur Mas se atrevió a afirmar que el nuevo sistema debe aportar un mínimo de 5.000 millones adicionales para la Generalitat.

¿Quién da más? Y lo mejor: anunció que él mismo renegociará el sistema al alza si llega a ser president de la Generalitat. Fíjense bien: Artur Mas, el mismo que acordó con Aznar el actual modelo de financiación que representó apenas 250 millones de euros para Catalunya. El mismo que como consecuencia de las prisas para suceder a Jordi Pujol al frente de la Presidencia de la Generalitat se olvidó de asegurar que el modelo recogiese los mecanismos de actualización de un sistema que hubiese impedido que Catalunya llegara a la situación de necesidad actual. El mismo Artur Mas, se ofrece ya, para mejorar un acuerdo que el president Montilla y el conseIler Castells aún no han cerrado. Pero ¿no se da cuenta que lo que hay que reparar no es lo que aún se está negociando, sino la herencia que él mismo nos dejó?
Publicat a El Siglo el 29-06-09

dilluns, 8 de juny del 2009

Recetas amarillentas y brotes de marihuana

Si algo ha quedado claro en todo el tiempo transcurrido desde la aparición de esta crisis económica que nos azota es el hecho de que para poder salir de ella debemos actuar de forma coordinada. La coordinación supone adoptar medidas concertadas a nivel internacional, y para ello el G-20 es fundamental. Significa actuar con criterios comunes en el seno de la Unión Europea. Pero implica también actuar de forma leal en el ámbito interno de cada uno de los países, buscando la complicidad de todos los partidos políticos y de los agentes económicos y sociales, arropando al Gobierno, que es quien tiene la legitimidad y la responsabilidad de llevar a cabo la dirección de la política económica.

Ésta es una crisis global. Una crisis de origen financiero, que ha provocado una crisis económica sin precedentes y que, a su vez, ha desembocado en una crisis industrial de enormes magnitudes. Lo inédito de las causas que la han provocado, sus consecuencias y sus características hacen más compleja la toma de decisiones. El objetivo común consiste en cómo hacerlo consiguiendo que el impacto de sus efectos sobre la economía, las empresas y los trabajadores sea el menor posible. Y cómo hacerlo para que lo que ha sucedido no vuelva a ocurrir (las lecciones aprendidas).

Hasta la fecha, la forma de afrontar una crisis económica era bastante sencilla (perdonen la frivolidad): bastaba con abrir el manual de economía por la página correspondiente donde se encontraba la descripción del cuadro clínico en el que se hallaba la economía de un determinado Estado y, casi en la página siguiente, estaban pormenorizadas las recetas que debían administrarse para salir cuanto antes del atolladero. Sin embargo, el caso actual es distinto. Porque nunca antes habíamos vivido una situación similar. De ahí la importancia de la coordinación para que las medidas que se adopten vayan todas en la misma dirección y resulten eficaces

Pero, a pesar de la dimensión de la crisis, de su singularidad y de su carácter global, la derecha de nuestro país sigue conservando aquel viejo manual de economía, con las mismas recetas de siempre para salir de esta situación. En el debate del Estado de la Nación el presidente del Gobierno instó hasta en cuatro ocasiones al Sr. Rajoy a que expusiese ante la Cámara y ante el conjunto de la sociedad cuáles eran sus recetas económicas para salir de la crisis. Rajoy no lo hizo. Y Zapatero estuvo muy hábil: "Si no lo hace, sólo se puede deber a dos razones: o no tiene receta, o no se atreve a contarla". Sería impensable para un líder de la oposición que no tuviera una alternativa de Gobierno. Peor, que no aprovechara ocasiones como ésas para hacerla pública. Y mucho peor aún, si cabe, que el líder de la oposición no ofreciera todo su apoyo al Gobierno, sin intentar sacar réditos políticos ni partidistas. Por ello creo que es la segunda de las opciones la que impidió al Sr. Rajoy exponer sus recetas anticrisis: porque son las mismas de siempre. Las mismas que la derecha ha aplicado cada vez que, gobernando, se ha encontrado ante una situación económica adversa: rebaja de impuestos, abaratamiento del despido y recorte de gasto social. Nimás ni menos. Y eso no se atreven a contarlo.

Alguien me dijo una vez, cuando estudiaba en la Universidad: desconfía del profesor que venga a impartir sus clases con unos apuntes de color amarillento. Es evidente que los apuntes de Rajoy están bastante obsoletos. Que no contemplan la magnitud de la realidad actual. Que no sirven para solucionar los problemas que hoy tenemos. Pero, sobre todo, porque de ellos se deduce claramente que quien sufriría sus consecuencias son los mismos de siempre: los trabajadores y los más vulnerables de nuestra sociedad. Por suerte, la gente se ha dado cuenta de lo que pretende el PP, porque lo que nunca van a permitir los ciudadanos es que aquellos que no han sido los causantes de la crisis financiera que ha provocado todo este caos global, acaben pagando sus consecuencias. ¡Otra oportunidad perdida, Sr. Rajoy!

Las medidas que ha adoptado el Gobierno han empezado a dar sus frutos y los datos del paro del mes de mayo que conocimos la semana pasada, como el aumento del índice de confianza en el consumo o las ventas de automóviles, por citar algún ejemplo, son cuanto menos esperanzadores e invitan, desde la prudencia, al optimismo. A todo al mundo, menos al PP y a Rajoy. Para ellos cada parado en nuestro país era un peldaño más en su ascenso hacia la Moncloa. ¡Pero en mayo esa carrera se ha truncado! En el PP ya no hablan de economía, ni de crisis. Hablan de aviones, de aborto, de pederastia y hasta de hojas verdes de marihuana. Por algo será...

Article publicat a El Siglo el 8/06/2009