dilluns, 26 d’octubre del 2009

El nuevo aliado del catalanismo político

En los últimos tiempos CiU está más preocupada en solucionar cuestiones internas que en participar en asuntos de Estado. El asunto Millet y la donación de fondos del Palau de la Música a la Fundació Trias Fargas parece haber dejado a la federación nacionalista noqueada y ocupada principalmente en cuestiones de intendencia domestica. Tanto lío orgánico le ha impedido detectar que quizás debería haber jugado un papel más determinante en la política estatal. Un despiste que ha situado una vez más al PNV como socio preferente para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que han pasado ya su primer trámite parlamentario. Aunque quizás no haya existido tal despiste, sino que la decisión tomada por el partido de Mas haya sido totalmente consciente. Una estrategia calculada. Deliberada. Pero, sin duda, errónea.

Desde que gobierna Zapatero –también desde que ya no ostenta el poder en Catalunya–, CiU ha venido sistemáticamente buscando excusas y argumentos, uno tras otro, para tratar de justificar su posición contraria a la aprobación de los PGE. Me parece oportuno recordar que cuando ni siquiera se había escrito una sola línea del proyecto de Presupuestos para el año que viene ya anunciaron que no los iban a votar. En esta ocasión adujeron la excusa de la crisis: que si los PGE no servían para recuperar la economía; que si no generaban ocupación; que si iban en detrimento de las clases medias...

En cualquier caso, lo relevante es que, sea en épocas de crisis o de expansión económica, CiU no ha votado ni uno sólo de los seis Presupuestos Generales del Estado de los dos Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. Y, en cambio, ¡sí votaron todos los de Aznar! La enmienda a la totalidad presentada por CiU obedece simplemente a un ejercicio de oportunidad política. Legítimo, ciertamente, pero irresponsable en los tiempos que corren, cuando lo que se requiere es la unidad de acción frente a la crisis económica. Fíjense cuál es el alcance de esa irresponsabilidad que hasta el PNV ha sido capaz de llegar a pactos con el Gobierno tan sólo seis meses después de haber perdido las elecciones en Euskadi. Por el contrario, CiU, en los seis años que lleva en la oposición en Catalunya ha renunciado a trabajar por el catalanismo político y sigue empeñada en hacerle el juego al Partido Popular.

Es evidente que CiU sólo tiene un objetivo: hacer seguidismo del PP para derribar el Gobierno de Zapatero. Sólo así puede entenderse la enmienda a la totalidad que también ha presentado contra la reforma de la LOFCA, la ley que va a recoger el nuevo sistema de financiación acordado por el Gobierno y la Generalitat y que es el mejor que jamás haya tenido Catalunya. Un acuerdo, dicho sea de paso, avalado y celebrado por la inmensa mayoría de la sociedad catalana y de los agentes económicos y sociales, y del que CiU ha decidido, incomprensiblemente, quedarse al margen.

Que la derecha española y la derecha catalana vayan juntas en materia económica y presupuestaria noes ninguna novedad. Es, incluso, lógico. Es, si me pemiten, la consecuencia de un proceso de selección natural. Lo novedoso y espepéntico en esta ocasión en que CiU haya decidido aliarse, en contra de los intereses de Catalunya, con el Partido Popular. Con el partido que ha recurrido el Estatuto al Tribunal Constitucional. Con el partido que ha recurrido al Constitucional la Ley de Educación de Catalunya y el modelo de convivencia lingüística. Con aquellos que limitan sistemáticamente la voluntad de autogobierno de Catalunya.

CiU ha decidido ir de nuevo de la mano del PP La misma alianza que los catalanes censuraron en el año 2003 y que les envió a la oposición. Y todo ello a cambio de garantizarse e apoyo de los populares en Catalunya para poder regresar al Gobierno de la Generalitat. Una alianza cada vez más evidente para intentar recu perar el poder que los ciudadano! les quitaron consciente y legítima mente. Porque saben que sólo var a poder gobernar si les salen la! cuentas con el PP. Es triste compro bar que mientras ellos van tejiendo esas complicidades, el Parlamente aprueba con el PNV los PGE que in cluyen el nuevo modelo de finan ciación y las inversiones en infraes tructuras en cumplimiento de lo que establece el Estatut. Parece como s el PNV hiciera más por el catalanis mo político que la federación nado nalista que dirige Artur Mas.

Article publicat a la revista El Siglo 26/10/09

dilluns, 5 d’octubre del 2009

Artur Mas y la Trampa del Frente Común

El proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado acaba de llegar al Congreso. Mucho se ha hablado y escrito sobre él, especialmente sobre el capítulo de ingresos. Es cierto que un aumento de impuestos no es un anuncio que entusiasme a nadie: ni al Gobierno que tiene que llevarlo a cabo, ni a los ciudadanos que tendrán que pagarlos. Es evidente que es mucho más agradecido anunciar una rebaja fiscal. Y es también conocido que, entre los ciudadanos, hay quien hace frente a esa obligación con mayor convicción, quien los paga porque no tiene más remedio y hay también quien no los paga. Pero el Gobierno no toma sus decisiones en materia presupuestaria a golpe de encuesta o para ganar popularidad. Lo hace por responsabilidad. Y a pesar de la cruel caída de la actividad económica y de la ocupación, el Gobierno no quiere renunciar ni a uno solo de los avances conseguidos en nuestro Estado del Bienestar. Apuesta por garantizar la protección social alcanzada. No va a dejar a nadie tirado en la cuneta. Y eso implica obtener más recursos. Un poco más de esfuerzo fiscal de los ciudadanos para evitar que se produzca una fractura social.

Subir o bajar impuestos no es ni de derechas ni de izquierdas. Depende de cuándo y de cómo se haga. Lo importante es actuar con responsabilidad y coherencia. Y es imposible defender, como hacen otros, una bajada de impuestos y al mismo tiempo pedir un aumento del gasto público en todos los frentes: social, infraestructuras, financiación autonómica y local... Porque, sencillamente, así las cuentas no cuadran: o no se gasta lo que se dice que se va a gastar o, por el contrario, si se gasta todo lo prometido, se genera un déficit descontrolado.

La derecha, curiosamente, sólo defiende bajar los impuestos cuando está en la oposición. Cuando gobierna, ni reduce impuestos ni mucho menos construye Estado del Bienestar. El ejemplo más reciente es el de Angela Merkel en Alemania. Durante la reciente campaña electoral se comprometió a impulsar una rebaja fiscal, pero al día siguiente de su reelección matizó que esa rebaja no iba a ser inminente y la pospuso sine die, hasta que las circunstancias lo permitiesen...
De vuelta a nuestro país, y a los Presupuestos, el PP se apresuró a avanzar su voto en contra. Lo hizo el pasado mes de julio, mucho antes de que la vicepresidenta económica hubiera elaborado el borrador de presupuestos. Es una decisión política. Errónea en un momento de crisis, pero legítima. Hasta ahí ninguna novedad. Sorprende más el anuncio del voto en contra de CiU. No tanto por el sentido del mismo, pues basta con recordar que CiU no ha votado ninguno de los cinco anteriores PGE presentados por Zapatero. Tampoco ha apoyado ninguna de sus dos investiduras. Sí votó en cambio todos los presupuestos de Aznar. Y sus dos investiduras. La segunda, con mayoría absoluta del PP. Lo que sorprende precisamente es que, al igual que los populares, hayan anunciado con tanta anticipación el rechazo a los Presupuestos. Mucho antes de conocer su contenido. Esta celeridad sólo puede explicarse por su ansiedadpor pactar con el PP cuanto antes. Y es que la derecha catalana y la derecha española siempre van de la mano en materia económica y presupuestaria.

En esta táctica de aproximación al PP, sospechosa ha sido también la propuesta de Artur Mas de pedir un frente común de diputados catalanes en Madrid para evitar la subida de impuestos. ¿Qué pretende realmente Mas con esta propuesta? Como buen partido de derechas sabe perfectamente que no puede bajarlos, aunque quisiera. No lo hizo cuando fue conseller en cap de la Generalitat de Catalunya; ni tan siquiera propuso la supresión del Impuesto de Sucesiones. Y, peor aún, ¿cómo puede hacerlo, si no nos dice qué partidas deben reducirse? No es viable defender una bajada de impuestos y al mismo tiempo proponer medidas que impliquen un aumento del gasto. No es ni coherente, ni responsable.

No se engañen. El frente común de Mas no persigue ni la reducción de impuestos, ni la dinamización de la economía, ni el afianzamiento del Estado del Bienestar, ni cohesionar el catalanismo político. Nada de eso. Su frente común persigue simple y llanamente debilitar al Gobierno de Zapatero para aupar a Rajoy a la Presidencia del Gobierno y de rebote asegurarse su apoyo en Catalunya. A CiU le da igual si suben o bajan los impuestos. Lo que realmente quiere es regresar al Gobierno de la Generalitat cuanto antes. Y eso pasa por conseguir la complicidad del PP. Los guiños no han hecho más que empezar.

Article publicat a la revista El Siglo 05/10/09